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Por fin salió el sol: Millonarios y una demostración de jerarquía




La palabra "hierarquía" proviene del griego y se conforma de "hieros" (sagrado) y "arkhei" (orden). En eso se resume el triunfo de Millonarios sobre Santa Fe. Compromiso sagrado, orden y, en especial, una muestra de personalidad tremenda. Pese a ser un clásico incómodo, contra un rival que vive su mejor semestre en los últimos cinco años, los once azules que salieron a la cancha de El Campín impusieron condiciones desde el primer minuto y demostraron cómo se tiene que jugar un partido de esta clase.


Siete encuentros sin ganar parecen una eternidad. Además, justamente el Millonarios de Gamero tenía a sus hinchas -bien o mal- acostumbrados a rachas largas de triunfos. Santa Fe, que llegó cuarto en la tabla de posiciones, era el rival a vencer para cortar esta sequía de alegrías. La frase "los clásicos son partidos aparte" era la principal motivadora en una semana previa que, a pesar de ser difícil, estuvo llena de buena energía y fe para el plantel.


El gol de Rodallega recordó todos los fantasmas de los partidos anteriores. Millonarios propuso, jugaba mejor, pero iba por debajo en el marcador. La reacción fue inmediata y Daniel Cataño -que jugador tremendo es el 10- puso el empate a los pocos minutos de la anotación santafereña. De parte del rival, empezaron los reclamos por un supuesto "fair play" que lo que buscaba en realidad era tapar una siesta de 10 segundos que tomó la defensa y provocó la igualdad 1-1.


La segunda anotación merece un párrafo aparte. Santiago Giordana, criticado por su poco aporte goleador en la campaña, fue el autor de un zapatazo que dejó inmóviles a azules y rojos que batallaban en el área santafereña. Su celebración se mezcló con la de la hinchada: un grito de desahogo y alivio.


La cereza del pastel llegó con una anotación en propia de Hernández, que fue propiciada, nuevamente, por una jugada del distinto, del mago, del crack. El '10' puso a bailar a la defensa rival y no dudó apenas vio la posibilidad de mandar un buscapiés al área chica. Autogol y triunfo 3-1. Merecido por la superioridad vista en la cancha y necesario porque los corazones, de jugadores e hinchada, no aguantaban otro golpe.


El equipo de Gamero es así. Con virtudes y defectos, pero con mística. Momento de arroparlo y acompañarlo. Se vienen retos complicados: la clasificación en liga es una obligación y el inicio del grupo de Copa Libertadores, en el que toca enfrentar en la primera fecha a Flamengo (uno de los favoritos para ganar el torneo), está a la vuelta de la esquina. Fe, este plantel tiene jerarquía. Es hora de demostrarlo a nivel continental.

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