Mano firme con los vándalos
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Mano firme con los vándalos



El presidente de Millonarios, Enrique Camacho, ha dejado clara su posición en los últimos días, con respecto a la ubicación dentro del estadio de las dos barras bravas más grandes del equipo: los Comandos Azules y la Blue Rain. ¿De quién son las tribunas? Siga leyendo y opine.

Históricamente, la tribuna lateral norte ha sido colonizada y dominada por los Comandos. Desde allí han alentado fervientemente durante más de 20 años, pero también, algunos de sus miembros, han cometido un sinnúmero de desmanes y actos reprochables. Una realidad similar es la que se ha vivido en lateral sur, territorio, hasta hace poco, infranqueable, de la Blue Rain.

Pero, en una decisión tan arriesgada como salomónica - y sin precedentes -, Camacho determinó que la tribuna norte sea para las familias, mientras que en lateral sur deberán convivir las dos barras, divididas por un puñado de policías. A pesar de vestir la misma camiseta, la cultura de ambas barras es muy diferente, y en el partido frente a Patriotas ya se vio que no pueden ni siquiera coordinar los mismos cantos. ¿Podría haber riñas entre ellos? Probablemente, sí.

Por esto, la Alcaldía de Bogotá le ha pedido a Camacho que reconsidere su posición. Pero el dirigente parece decidido a acabar con la violencia y mal ambiente en las tribunas, y se mantiene firme. Así lo dejó ver con sus más recientes declaraciones, recogidas por El Tiempo:

“Yo me mantengo en que esa tribuna (norte) se convierta en un lugar familiar. Y si las dos barras (Comandos Azules y Blue Rain) no pueden convivir entre ellos, mucho menos podremos convivir con hinchas de los equipos contrarios. O nos civilizamos y conviven como lo han venido haciendo o se cierra también esa tribuna (sur)".

Tajante, así es Camacho frente a las barras bravas. Y esa parece ser la posición más sensata, reflejando la situación en el espejo de Atlético Nacional, equipo donde su barra más grande, Los del sur, tiene el poder de prohibirle al equipo visitante dar la vuelta olímpica, ante la mirada permisiva de las autoridades, e incluso de sacar técnicos y jugadores, según han venido denunciando los periodistas Iván Mejía y Gabriel Meluk.

Hay un precedente, muy de fondo, que Enrique Camacho quiere dejar sobre la mesa: ni las tribunas, ni el estadio, tienen dueño. Y el que no sea capaz de comportarse como un ser de inteligencia superior al resto de animales, sencillamente, tiene que irse. Punto.

Y el mensaje parece tener otros destinatarios, Atlético Nacional y la Dimayor: la violencia en los estadios no se soluciona con permisividad ni carnetización; frente a los vándalos y desadaptados hay que obrar con firmeza.

Posdata: Hace falta otro delantero, con urgencia. Ayron del Valle y Ovelar se borran mutuamente. Falta un Maxi Núñez (sin las torpezas de éste), que tenga movilidad y explosión para mover las defensas contrarias.

Sebastián Silva


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