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El aura que no va con Millonarios

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Millonarios no solo ocupa el último lugar de la Liga BetPlay 2025-II, hoy el equipo transmite una sensación inquietante, como un presagio que casi nunca termina siendo bueno. Hacía décadas que el club no vivía una incertidumbre así. Incluso en épocas con técnicos discutidos, había una idea o un estilo que podía dar resultados o fracasar, pero que al final marcaba una identidad.


El empate 3-3 contra Deportivo Cali es el último ejemplo. Un partido que parecía encaminado a una victoria tranquila terminó siendo otra montaña rusa de frustraciones. Tres goles en contra, desconexiones defensivas y una “terquedad” ofensiva que obligó al conjunto azul a luchar para rescatar un punto.


Es cierto que hay un factor de mala suerte. Perdemos a Llinás por lesión por el resto del semestre; Guillermo de Amores, que por fin debutaba, tuvo que salir por una contusión. Pero ni esos sucesos explican que un equipo sea incapaz de sostener un 2-0, ni que se desplome en cuanto el rival se atreve a presionar. La fortuna influye, pero el carácter y la jerarquía son los que sostienen los resultados.


De cuatro partidos, el balance es tres derrotas y un empate. No hay estilo, no hay solidez, y lo peor, no hay señales de que David González esté cerca de encontrar la fórmula. Lo que envuelve a Millonarios no es solo mala suerte: es una mezcla de errores repetidos, decisiones tácticas dudosas y una mentalidad que no resiste la presión. 


A esto se suman fallas en la dirigencia, que “armó” la plantilla tarde, y un técnico que aceptó lo que llegó sin exigir más. Así, el equipo no solo se convierte en su propio enemigo, sino que alimenta esa aura de derrota que lo rodea y que parece pesar más que cualquier rival.


El domingo ante Tolima será otra prueba difícil. Además de la obligación de ganar, el gran reto es romper con este patrón de autodestrucción. Porque mientras no se cambie esa aura perdedora (en la cancha y en la gestión), cualquier ventaja será fácil de igualar y cualquier gol a favor será apenas un espejismo.


La hinchada de Millonarios ha demostrado que está dispuesta a acompañar y a exigir en la misma medida. No hay reclamo que no parta del amor por estos colores. Este momento puede cambiar si jugadores y cuerpo técnico deciden a jugar con convicción, a demostrar por qué están en el Embajador y a recuperar la grandeza que este escudo representa. 


Fuerza y pronta recuperación para el ‘Mono’ Llinás. Esperamos verlo de nuevo en la cancha.

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