Falcao en Millonarios, una caricia para el alma

El fútbol es mágico. Te puede teletransportar a momentos de tu infancia con una imagen, un video o un sonido. Los jugadores tienen la posibilidad de marcar un antes y un después en la vida de miles de aficionados y espectadores, pero solo algunos de ellos -los tocados por la varita- son capaces de escribir páginas doradas y ganarse la admiración, un sentimiento difícil de despertar.

¿Cuántos años tenías cuando aquel delantero colombiano, de pelo largo y con la 9 en la espalda, se bailó a Chelsea en la Supercopa de Europa? ¿Qué sentiste ese día en el que luego de ir abajo 0-3 ante Chile, Colombia hizo la épica y logró la clasificación a un Mundial? ¿Te emocionaste viendo la bandera del país en la premiación de la Europa League durante dos temporadas consecutivas?

Bueno, eso es Radamel Falcao García. Un ícono, una leyenda, un fuera de serie. Los que nacimos hacia finales de los 90 y a inicios de los 2000, crecimos viendo a ese fenómeno. Celebramos sus goles, nos emocionamos con sus conquistas, sufrimos por sus lesiones. Hoy, lo tenemos acá. Es nuestro capitán. Parece mentira, pero es verdad. Es una caricia para el alma y hay que disfrutarlo cada segundo en el que esté en el club.

Su recibimiento ante Bucaramanga fue espectacular. Chicos y grandes con el 9 en la espalda. Ovación al salir a calentar, ovación al salir para los actos protocolarios. Emoción profunda tras verlo con la banda de capitán y respeto absoluto luego de ver su compromiso en la cancha. No vino de vacaciones y eso se nota.

Luego de tantas emociones, lo futbolístico pasa a un segundo plano. Pero en este sentido, Falcao no decepcionó. Liderazgo, clase y un olfato goleador intacto. No le entró, pero estuvo cerca. Lo intentó varias veces y les puedo asegurar que lo intentará en muchas ocasiones más. Es un tipo ganador, que tiene ese chip en la cabeza. Nos hará felices -aún más de lo que ya nos ha hecho-.