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Miércoles de resurrección de la mano de Alex Moreno Paz y Óscar Vanegas



En un compromiso parejo como lo suelen ser los clásicos, Millonarios se hizo fuerte en casa para vencer 3-1 a Independiente Santa Fe y regresar a la victoria, luego de siete juegos sin poder sumar de a tres puntos.


Muchos estamos acostumbrados a darle este reconocimiento y hablar de la figura por quien hizo el tanto definitivo para sellar el marcador o para el goleador de la noche, pero hoy quiero hablar de los que lo evitaron con sus buenas anticipaciones, rechazos y faltas en los momentos debidos, ganando los duelos y demostrando su nivel de menos a más.


Me pasó algo ayer con la zaga defensiva de Millonarios tras la lesión de Jorge Arias y las ausencias tanto de Andrés Llinás como de Juan Pablo Vargas. Hace mucho no me pasaba, se los juro y mucho menos con dos jugadores que no son usualmente titulares. Es un mambo especial intangible y potente a la vez. Silencioso para expresarlo con una palabra correcta, pero bien ruidoso dentro de mi cuerpo. Un hechizo que me va a acompañar inevitable y afortunadamente toda la vida. Y aunque me digan exagerado, esto fue lo que dejó esta nueva edición del clásico capitalino.


Hay situaciones que no se explican, pero creo que esta magia se dio porque cuando el equipo necesitaba ganar sí o sí para seguir con la ilusión de ingresar a los ocho, mis centrales se hicieron cargo de controlar y meterse en el bolsillo de cada uno a Hugo Rodallega.


Los números de mis defensores fueron 34 pases completados de 46, 64 toques de la esférica, 13 despejes, 4 recuperaciones de la posesión de pelota para terminar teniendo una de las mejores calificaciones y de paso que el hincha les pueda reconocer su nivel en este compromiso ante las críticas que han tenido en otros juegos.







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