¿Para qué traer refuerzos si no van a jugar?
- Nicolas Cruz
- 4 ago
- 2 Min. de lectura

Millonarios volvió a perder y no levanta cabeza. Esta vez fue ante Medellín en el Atanasio Girardot, por la quinta fecha de la Liga BetPlay II-2025. El marcador fue 1-0, pero más allá del resultado, el dato que preocupa es que el equipo tiene cero puntos, cero goles y no transmite absolutamente nada. De los cinco partidos del calendario, el Embajador apenas ha disputado tres (hay dos pendientes como local), pero el panorama ya es preocupante.
Ante los escasos logros deportivos, uno de los puntos que más inquieta es el tema de las contrataciones. Mientras otros equipos se reforzaban desde temprano, Millonarios fue el último en reaccionar. Y cuando por fin se anunciaron las incorporaciones, quedó claro que no estaban listos para competir. Llegaron tarde, con lesiones o con sobrecargas, y en algunos casos, simplemente no han jugado.
¿Qué finalidad tiene reforzarse si no se puede contar con los jugadores cuando más se necesitan? ¿Cuál es el criterio detrás de estas llegadas? En un conjunto que no encuentra una identidad, que no genera fútbol y que lleva tres partidos sin marcar un solo gol, al menos se esperaría ver caras nuevas o ideas frescas. Pero en el grupo dirigido por David González no pasa eso.
Está claro que no se trata de un tema de adaptación teniendo en cuenta que varios jugadores ya llevan más de dos semanas en la ciudad. Otros, ni siquiera han aparecido en las convocatorias. Jugadores como Bruno Sávio y Cabezas Hurtado siguen poniéndose a punto. De Amores, el arquero uruguayo, no ha debutado por lesión. Cañozales apenas debutó ayer y dejó más dudas que certezas. Edwin Mosquera, que sí ha jugado todos los partidos, ha tenido un nivel bajísimo. Álex Castro ha pasado desapercibido. Y los que regresaron de préstamo, como Beckham Castro o Ramiro Brochero, tampoco han sido solución.
Esta política de fichajes no tiene sentido si no responde a una urgencia real ni a una planeación coherente. Ponerlos a jugar no garantiza buenos resultados, pero tenerlos fuera de competencia deja una sola lectura: improvisación.
Además de la clara responsabilidad de los directivos, este presente también recae en el técnico. David González aceptó una nómina corta y se comprometió a ser campeón. Hoy, no ha logrado darle forma al equipo y mientras tanto, el supuesto proyecto deportivo, si es que existe, se desmorona. Porque este Millonarios no solo pierde partidos: pierde tiempo, pierde credibilidad y, lo más grave, empieza a perder a su gente.








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