Millonarios venció 2 a 1 a Fortaleza en un partido apretadísimo en la pasada noche de sábado, en la que el equipo Embajador, como de aquí en adelante, se juega puras finales para intentar entrar al grupo de los ocho. Si bien Alberto Gamero había prometido rotar la nómina, se hubiese hecho millonario el que apostara por Yuber Quiñones en la lateral izquierda.
La escena era tan fascinante y extraña que, por momentos, pareciera que el partido se trataba de la renovación misma como profesional de un Yuber Quiñones que, hasta entonces, no podía ser más resistido por la hinchada azul. Un hombre al que le dieron infinitas oportunidades volanteando por ambas bandas y que, entre lágrimas y rostros de frustración, parecía ser casi que la última opción para Gamero.
Y de repente estaba Yuber Quiñones en la lateral izquierda jugándose un partido de obligatorios tres puntos. Para la sorpresa de todos, lo hizo más que bien. Una fiera en la marca. Quizás usted recuerde la cantidad de balones que recuperó y la entereza con la que luchó en su banda, haciendo de su esquina su castillo. Una flecha para anticipar y, curiosamente, posicionado como nunca. Cuando atacó fue peligroso. No estamos locos si decimos que, a lo mejor, fue uno de sus mejores partidos como profesional.
Mientras Millonarios se jugaba su clasificación, todos estábamos a la expectativa de qué hacía Yuber Quiñones con su partido personal. Vencido como opción por las bandas, sin duda vimos como se hizo su lugar en la lateral izquierda, de la que es dueño un juvenil y en la que apenas y vimos a un experimentado como Danovis Banguero. Y esa fue la reivindicación más linda para un hombre que quiere, de corazón, hacerse un espacio en este Millonarios.
En el momento que está el equipo, sinceramente, valoro más lo anímico que lo técnico. ¿a quién le importan los datos cuando estamos viendo la resurrección misma de un hombre absolutamente descartado por todos? ¿Y si fue el partido en el que Yuber Quiñones encontró su posición? Ojalá sea así. No puedo dejar de recordar la vez que salió llorando en la final de ida de la SuperLiga, en enero pasado. Hoy sonríe. Trabajo.
Pero esta película no está completa sin el contraste que, además, vimos todos en cancha. A eso del minuto 80, Gamero le dio una oportunidad más a Ramiro Brochero, el cuarto delantero centro del equipo. De 24 años y con contados minutos como profesional. Mal día. Muy mal día. Casi olvidando que, cuando no se está a la altura de las circunstancias, el inconsciente responde cuando le pides ganas. Quizás una actitud de frustración. Tengamos buena fe y pensemos así.
A lo mejor Yuber Quiñones podría hablar con Brochero y contarle qué se siente ser rechazado por todos y salir de la cueva transformado en otro. Tiene la talla. Y tiene el talento, sino sería inexplicable que Gamero lo deje ponerse esta camiseta. Que se deje llevar por este grupo que no perdió la fe, aunque tenía siete partidos en contra. Y que tiene una hinchada que misteriosamente siguió yendo cada vez al estadio.