¿Para qué jugar el clásico?
- Andrés Suárez
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Hoy, a partir de las 6:20 de la tarde, se rodará el balón en el estadio Nemesio Camacho El Campín, en una nueva edición del clásico capitalino. No existe margen de error para ninguno de los dos equipos; ceder puntos es firmar la sentencia de eliminación y ganarlo podría ser el combustible necesario para llenar de aire la camiseta y empezar una curva ascendente de cara a las finales.
Jhon Alexander Ospina será el encargado de impartir justicia entre ‘Embajadores’ y ‘Cardenales’ en el encuentro 324 entre los equipos bogotanos. Hoy Millonarios se juega su última moneda para buscar un cupo en los cuadrangulares finales; a pesar de los resultados recientes, tenemos la posibilidad de sumar 12 puntos en los cuatro encuentros restantes y llegar a los 30 puntos.
El mayor peso y lo que aleja más la ilusión de poder lograr la clasificación es la diferencia de gol. -5 y un fútbol que deja más dudas que certezas le hace generar al hincha la siguiente pregunta: “¿Para qué clasificar?”. Si bien Millonarios carece de toda buena idea de un fútbol propositivo, vehemente y eficaz, no clasificar es decirle adiós no solo a una nueva estrella, sino también a la posibilidad de jugar un torneo internacional el próximo año.
Millonarios hoy ocupa la séptima posición en la tabla de reclasificación con 65 unidades, seguido por el Atlético Bucaramanga con 60 unidades, lo que suma un dolor más al empate amargo que tuvimos contra ellos el día martes. Era un rival directo en esta lucha por el cupo a torneo internacional. En caso de no clasificar, se abriría la puerta para que el equipo ‘verdiblanco’ saque la diferencia y borre esta ilusión.
En los últimos cinco encuentros entre Millonarios y Santa Fe, siendo el equipo rojo el que oficializa como local, los azules tienen cuatro partidos ganados y uno perdido; este fue el 22 de marzo del presente año, donde los ‘Embajadores’ caerían 3-2 con doblete de Leonardo Castro.
Sabemos que carecemos de fútbol, pero hoy no se puede empatar ni perder; hoy deben enfrentar un equipo que siempre que ve al azul, destila odio y escupe veneno, cuyo objetivo es siempre el mismo: acabar con el equipo que los tiene terceros en una competición donde solo juegan dos.




